De la clase política nacional, podemos concluir que a la hora de mediatizar y hacer demagogia con las crisis, jamás van a olvidar al fotógrafo. Pueden dejar las maletas, la pasta de dientes, el pasaporte, pero jamás, porque sería imperdonable, van a olvidar la caterva de periodistas y fotógrafos para levantar perfiles presidenciales y darle pose de estadista a cantinfladas demagógicas en el making of del drama.
Dejar para después del Mundial este gravísimo problema, venir a llorar a estas alturas, rasgarse las vestiduras, pedirle a los migrantes que no inviertan 15,000 dólares en ese viaje que mejor los inviertan en sus hijos (como si los migrantes tuvieran esas cantidades) y hacer cuchufletas HD, no creo haya sido lo más afortunado.
Hace unos días, en plena crisis humanitaria pre-mundialista, Renato Alvarez aconsejaba a los hondureños no hacer ese viaje al "Sueño Americano", cuando terminó, dio paso a un especial sobre un hondureño en Miami que pese a todos los obstáculos había triunfado y en la entrevista, le decía a los siete millones de nacionales que si el triunfó en los Estados Unidos, cualquiera podría hacerlo; una invitación velada a partir. No me quedó más que sonreír con la candidez del tonto y desconectar la máquina del cinismo porque se podía fundir.
Entonces, hay, como en las monedas una doble moral, por un lado castigamos a todos con intolerables cargas económicas, groseros impuestos, violencia incontrolable, desempleo, insalubridad, impunidad y caos administrativo, y por el otro, escribimos el final correcto del novelón a lo Corín Tellado, mientras el productor del programa le hace señas al la Primera Dama para que no esté fuera de cámara, cuando se entrevista a un par de migrantes salvadoreños.
Esta crisis humanitaria, tiene ya bastantes años, de Villeda a Policarpo Paz, de Suazo Córdoba a Mel Zelaya; de Callejas a Juan Orlando, la obra de teatro en la que los hondureños viajan por la tierra media hasta Mordor, sufriendo y muriendo en el trayecto, ya una leyenda urbana.
Los personeros del gobierno, ante los micrófonos, dicen que pedirán al Gobierno de Obama, la posibilidad de que estos menores se queden allá, que serán firmes y contundentes con los derechos de estos menores trota-fronteras. La verdad de todo, es que los norteamericanos jamás van a permitir otro Mariel, ahora en tenis y calzonetilla, ni aunque se invoque el amor de una y un millón de madres.
Como siempre, la pelota va a donde el pié lo ordene, según el gobierno y sus apologistas, el problema está en la frontera con los Estados Unidos. No es el problema lo que está en esa tierra de nadie entre México y la tierra soñada, es la consecuencia; el problema está en la comunidades, en los barrios, en los municipios, esos lugares los olvidados, ninguneados, los que no tienen activos electorales, ni son objeto de visitas en tiempo de campaña, donde se come a la muerte de un Obispo y los niños son rubios y vikingos a pura hambre. En esos lugares, es donde hay que ir no sólo a verter lágrimas con los productores y camarógrafos de los medios de comunicación, hay que ir con escuelas, salud y oportunidades, si se hace eso, verán que serán menos los que se van y más los que se quedan.
Al final, como advierten varios analistas y ojalá estemos equivocados, será la 'Trampa de la Era", madres, padres e hijos reuniéndose con la esperanza de un final McDonald, y los organismos migratorios calentando la cazuela de la deportación en la que se freirán miles y miles de pájaros de un sólo tiro.
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