viernes, 24 de febrero de 2017

viernes, 10 de febrero de 2017

Cortés en Febrero, tiempo de lluvia avisando


Apunté mi cámara hacia la tormenta y una gran masa oscura venía por nosotros. Pensé en ese muelle cuando recogía a mi madre un par de días después porque a mi padre lo habían atropellado un automóvil. Al final del día no era cierto, estaba golpeado, pero lo del atropellamiento era una mentira. Lo saqué una vez más de emergencia, y durante todo el camino no hablé nada, ni le pregunté por cosa alguna.

A mi memoria vino aquel relato que cuando se casaron, caminaron desde la iglesia hasta el barrio, el, flaco y desgarbado, y mi madre de blanco, llena de aire y juventud. Nunca entenderé, ni encontraré donde está ese punto de inflexión donde comenzaron a odiarse. Más de 50 años han pasado después de esa caminata, todos nosotros hemos sido contaminados de ese odio y llevamos una soledad en el alma que no se puede desclasificar. Al final mi padre es como esa tormenta, nunca sabré quién es el en realidad, ni que fue lo que lo jodió y lo hundió, y por qué trató de arrastrarnos a su negrura.

Trato de buscar una risa en la memoria, y sólo esta su cara de piedra y sus nubes de tormenta.