jueves, 18 de agosto de 2016

Honduras is Great


Se me metio en el ojo un sucio grande, y de tan grande que era casi me ahogo en llanto, yo que he visto de todo, no podía dejar de mirar esta foto en la que un niño en el Barrio San Antonio en Choloma, tensa sus manos y crispa sus puños por la impotencia colosal de ver a su padre muerto. No hay forma de mirar esto y seguir creyendo que este es un lugar hermoso de cándidas cascadas y playas rumorosas.

No hay forma, ni máscara que nos disimule el espanto que a diario vivimos, dicen que nadie se acercó a consolarlo, su dolor maldito, su cólera imposible y su impotencia desbordada, abonaron la semilla del  árbol maldito de la violencia que en un futuro no muy distante entregará generosamente sus frutos.

viernes, 12 de agosto de 2016

El Acoso


Pollos en el sur.


Recuerdo que hice esta foto con mucho dolor, después de calcular y disparar, no pude pararme, ya habíamos llegado al final de la carrera con ese tumor que me carcomía la mandíbula, hoy mientras buscaba en las profundidades de un disco duro de dos teras, la encontré y me acordé además que espero jamás volver a entrar a un lugar asi.

domingo, 7 de agosto de 2016

Aquella gira al sur.




Desde que arrancó la van,insistió en manejar, Jesús Lesmes le dijo que no, que el carro tenía un pequeño detalle, pero Guille era necio, y siguió insistiendo que quería tomar el volante. Antes de bajar la Moramulca, Jesús le entregó el carro, mientras el español se movía al asiento posterior, Guillermo sacó de su mochila el celebérrimo puro y la gorrita de marinero, se sentó ceremoniosamente, encendió su puro, metió la gastada cinta de Juan Luis Guerra en la casetera y arrancó lentamente la pesada máquina. Todo iba bien, sonaba la Bilirrubina, hasta que exclamo con urgencia: -¡Jesús, este carro no tiene frenos!-.

De nuestro cielo fuiste el meteoro más brillante, busqué en una caja donde tengo tus fotos de aquellos años y me encontré esta. No me queda más que vivir con tu ausencia y la sorpresa de tu partida. De nada vale decir algo, en donde estás no llegan ni las palabras, ni los homenajes, ni las lágrimas.

Amargo es el fondo del corazón y pedregoso el olvido.