sábado, 4 de marzo de 2017

En la potra también juega el ofendido.

Cuando el régimen dice que Honduras está cambiando, no deja de tener razón, hay una cólera en la gente, hay una furia contenida que es directamente proporcional a los guaruras con los que andan los funcionarios y exfuncionarios de la gobernanza cachureca.

Este ex-alcalde, que construyó una ciudad idílica en la programación de Canal 5, que derrochó océanos de dineros municipales en su imagen, que, al igual que Ricardo Alvarez, convirtió el progreso de una ciudad en la trampa de un eslogan vacío, que hizo fracasar todo el casco histórico de una ciudad que a pesar de su pobreza guardaba cierto encanto; que la convirtió en una metrópoli de bulto y agachón... no le gusta que lo señalen.

Y es que la impunidad que goza del beneplácito de los organismos de poder no puede controlar la libertad del grito, ni la cólera del ofendido, las matemáticas de la casualidad los acosan en cada momento, la gente, la nada, los ceros a la izquierda ya no se quedan callados, ya no los atemorizan los tilosos guaruras, ni las cachas camiseadas.

Hay ganas de gritar la verdad, sin elegancia, sin recato, como se grita en el barrio, como grita la parturienta, como se debe gritar.