viernes, 22 de agosto de 2014

Edgar, la moneda en el teatro




Edgar le apostó al teatro, ha sido una apuesta como esas que se hacen con un revolver en la cabeza, le apostó a hacer teatro en un país muerto; muerto de hambre, muerto de sed, muerto de salud y muerto de seguridad. Desde que lo conozco, frente a los demás integrantes de Bambú, han hecho del teatro, el asidero de la tormenta, la pata de conejo en el medio de la carnicería, el numerito de los sueños para soñar despierto.

Teatro heróico, teatro para la gente en un teatro que se viene a pedazos de tanta Teletón; teatro soñado y escrito para navegar en aguas lodosas y de poco calado.

viernes, 15 de agosto de 2014

El sabor de Zulma Somoza



Zulma es una de la mejores chef que he conocido, cita las verduras, las carnes, los pimientos  y los sabores con la autoridad de un tirano y en la cazuela les dice como combinarse y amarse al compás del fuego. En su casa, junto a la amabilidad gigante de Guido Eguigure, siempre hay una botella de vino o un vaso de ron, una larga plática y selvas de carcajadas, su mano sólo sabe ser amiga en la buenas y en las malas, cuando te quiere, te quiere con escándalo y cuando te odia, lo hace con sinceridad.

Si tocas a su puerta, seguro te esperará una sopa que te hará olvidar al hombre penco, a la mujer rufiana, al traidor de Cristo y sus 30 monedas; al hijo desconsiderado, a la hija perdida, a la madre lejana.

Yo toqué a su puerta una tarde, y desde esa hora, soy un maldito adicto a las botellas de chile habanero que me regala capaz de enloquecer a Wilbur Scoville, a los mojitos, a las aceitunas negras, a esas pechugas de pollo con alcaparras, al pollo asado con limón y pimientos; y a toda esa comida que te puede llevar a la tumba con una extraña sonrisa.

Zulma Somoza es mi chef preferida, si pudiera, bajaría un montón de santos insípidos de la inglesia y la colocaría a ella en versión repetida, para ponerle sabor a la mojigatería, pimienta al aburrimiento y escándalo a la alegría.