Nadie me dió permiso, pero como fotógrafo, no me queda más remedio que no pedirlo, llegué hasta la cocina y te saqué unas fotos, limpias y alegres, como sos, alegaste que no estabas bonita, pero si yo te contara los oscuridades que he visto, te aseguro que me darías la razón. De todas formas te cambiaste a la velocidad de un chisme y me regalaste una sonrisa para no olvidar lo bueno que es salir de esta ciudad y sus trampas.
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