El buen Asimov
Fue en la parte baja del Edificio de la antigua
Moda de París que compre una orquesta de Alien de la cual sólo me queda
este, ha sobrevido a mis dos hijos, a las mudanzas, a la cicuta de
Sócrates y a la ternura del olvido.Desde que murió Choncita esa
segunda madre que la vida me dió, cada día agarro alguna cámara y
retrato las primeras luces del día, secuestro esos primeros rayos de
luz, los reflejos, las superficies, trato de anular lo que bien escribió
Tomás Eloy Martínez, "La blancura de la muerte" y creo que al anularla obtengo una mínima victoria sobre ella.
Como no acepto que sucumba al destino, le busque un pedestal de honor,
lo encontré sobre el libro todavía amortajado en plástico de Asimov el
bueno, el de la fundación, aquella trilogía en la que amagaba con la
internet, las baterias eternas, los hologramas y los ADN caprichosos,
que inflamaron mi cabeza cuando eran un joven con cielos.
Hoy, al levantarme, miré un tenue rayo de luz mortificando su extraterrestre oscuridad y me acordé, mientras disparaba mi cámara de aquella anécdota en la que el maestro de las estrellas explicaba que nuestro sol se apagaría en 5 mil millones de años y una señora del público, muy preocupada le preguntaba si había dicho 5 mil años o 5 mil millones de años. El maestro le aclaró que eran 5 mil millones de años y la señora contestó aliviada: Vale más, yo creía que había dicho 5 mil años.
Hoy, al levantarme, miré un tenue rayo de luz mortificando su extraterrestre oscuridad y me acordé, mientras disparaba mi cámara de aquella anécdota en la que el maestro de las estrellas explicaba que nuestro sol se apagaría en 5 mil millones de años y una señora del público, muy preocupada le preguntaba si había dicho 5 mil años o 5 mil millones de años. El maestro le aclaró que eran 5 mil millones de años y la señora contestó aliviada: Vale más, yo creía que había dicho 5 mil años.
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