martes, 10 de enero de 2017

La llamadita.




Hace mucho tiempo, cuando era Director Creativo de una agencia de la que no me quiero acordar, le pedí a Guillermo que hiciera un tema para una campaña de una compañía de telefonía celular, se metió al estudio con el productor y guitarrista Guayo Cedeño y al día siguiente me mandó "La Llamadita", la presentamos pero era demasiada canción para el ejecutivo de cuentas que al final era el hermano de la tía y primo segundo del chofer sin dientes de Ana Belen: que en lenguaje publicitario quiere decir "Que no puede decidir ni siquiera que va a almorzar" años después la he encontrado después de bucear por abisales fisuras en un disco duro.

Me contaba hoy el poeta Rubén Izaguirre, a quién tomo muy en serio en cosas de sueños, que en una dormida soñó que Guille le tocó la puerta de su antigua casa en la cuesta de La Leona, venía con su guitarra al hombro, como el legendario Hunty Gabbe, dispuesto a disparar acordes y lo pasó a la sala, le pregunto como estaba mientras se levantaba a traerle una taza de café a la cocina, escuchó que le dijo: ¡Bien... estoy dormido! y cuando regresó con el café, ya no estaba.

Me llamó poderosamente la atención la coincidencia de la canción y la llegada del poeta a quien siempre he considerado un magistral poeta y un misterioso portavoz de los sueños. Se las comparto como prueba de lo mucho que hace falta su alegría y color de patria.

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