Recuerdo el día de las elecciones, en medio del ruido de la ¨Tiranía
Esclarecida¨, los buses llenos de gente que había vendido su voto por un
arroz chino o 500 lempiras, los activistas metiéndose a la fuerza a las
aulas para asegurarse de los votos de de sus activistas comprados, las
matronas violentas de la mancha brava repartiendo con una lista ¨la
cahureca¨, los inspectores del TNE desarrollando su pantomima y los
observadores internacionales con sus chalecos de payaso, para certificar
lo que la clase dominante llama, la alternabilidad del poder.
Pero recuerdo, gente digna, ancianos que llegaban con sus banderas de Libre, gente que pregonaba nuevos tiempos, nuevos vientos, nuevas estrellas mechándose contra el viento, como bien lo canta Silvio Rodríguez, ese día, comentábamos, que le había llegado la hora a los del color azul, mente azul y heces color azul, con la candidez del idiota o del Profeta con acento brasileño de Pare de Sufrir, nos engañamos a nosotros mismos.
Por eso siempre admiré a Matias Funez, cuando la UD comenzó a oler a excremento político y la patastera ideológica comenzó a dar ciruelas en lugar de patastes, él se fue, nunca le gustaron las cucarachas, y como no las mataba con chancletas, sino con argumentos, lo odiaron siempre.
Pero qué hacer ahora, en que la patastera ideológica de Libre, se vuelve contra los que, ese día, largo y lleno de luz, fueron a votar por ellos, que hacer con estos aprendices de Judas, con estos Tartufos Políticos que se mueren por ese pase maravilloso al spa de la ¨Tiranía Esclarecida¨.
Son preguntas que al parecer no tienen respuestas, creo que por ahora, seguiremos estando en el paìs del futuro, hasta que un golpe de suerte, de pijama o de locura, cambie las cosas.
Optaré por el curso para ser feliz de Boris Yelikof, jugar ajedrez con zombis, hacer un inventario de cuantos personajes de Faulkner miro al día y jamás, me permitré de nuevo la esperanza ni la fe en santos que orinan, fornican y trasnochan. Enterraré al pigmalión que llevo dentro, y abandonaré la esperanza de la democracia.
Mi abuela decìa que la esperanza es un vicio que te lleva a la tumba.
Pero recuerdo, gente digna, ancianos que llegaban con sus banderas de Libre, gente que pregonaba nuevos tiempos, nuevos vientos, nuevas estrellas mechándose contra el viento, como bien lo canta Silvio Rodríguez, ese día, comentábamos, que le había llegado la hora a los del color azul, mente azul y heces color azul, con la candidez del idiota o del Profeta con acento brasileño de Pare de Sufrir, nos engañamos a nosotros mismos.
Por eso siempre admiré a Matias Funez, cuando la UD comenzó a oler a excremento político y la patastera ideológica comenzó a dar ciruelas en lugar de patastes, él se fue, nunca le gustaron las cucarachas, y como no las mataba con chancletas, sino con argumentos, lo odiaron siempre.
Pero qué hacer ahora, en que la patastera ideológica de Libre, se vuelve contra los que, ese día, largo y lleno de luz, fueron a votar por ellos, que hacer con estos aprendices de Judas, con estos Tartufos Políticos que se mueren por ese pase maravilloso al spa de la ¨Tiranía Esclarecida¨.
Son preguntas que al parecer no tienen respuestas, creo que por ahora, seguiremos estando en el paìs del futuro, hasta que un golpe de suerte, de pijama o de locura, cambie las cosas.
Optaré por el curso para ser feliz de Boris Yelikof, jugar ajedrez con zombis, hacer un inventario de cuantos personajes de Faulkner miro al día y jamás, me permitré de nuevo la esperanza ni la fe en santos que orinan, fornican y trasnochan. Enterraré al pigmalión que llevo dentro, y abandonaré la esperanza de la democracia.
Mi abuela decìa que la esperanza es un vicio que te lleva a la tumba.
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