Me costó mucho reconstruir esta foto del cineasta y fotógrafo Mario López, en ella, desde muy lejos, los integrantes de la Banda One nos miran desde el pasado. Era la época de las bandas de gran formato y de los covers por religión, de los legendarios conciertos en el Picacho y de los primeros pasos de Mirna María Barahona como cronista de un oficio nada digno para mucha gente pero indispensable para la alegría del corazón.
En el año del Micth, sus aguas negras y sus vientos retorcidos acabaron con la sede y la historia de la banda, dónde ella estuvo, quedó un inmenso agujero como testimonio de su quehacer musical. Muchos Artistas pasaron por sus filas y sacarla adelante fue siempre la tarea de Carlos Arturo Rubio quién aparece en esta foto con la mirada de la desconfianza al fotógrafo. Siempre he pensado que cuando la banda murió, también se murió Rubio, de esas muertes de zombi que no te acuestan pero te hacen caminar sin alma en vida.
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