El joven escritor Luis Lezama, visita mi estudio una tarde de junio, el autor de "Ni Hermosos, ni Buenos", me recuerda aquella enigmática foto de Anderson con la que me tropecé en la Hemeroteca Nacional, hace más de 40 años; Anderson, con una luminosa sonrisa, con una guerrera guitarra, en una típica silla de hilos plásticos, propia de las zonas caribeñas de Honduras, anunciaba su obra "Sabor a Sombra" fue la primera señal de lo que futuro traería. Queda esta foto, testigo fiel de los primeros años de un escritor en la que también identifico esa misteriosa luz.
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