Hace mucho tiempo, cuando era Director Creativo de una agencia de la
que no me quiero acordar, le pedí a Guillermo que hiciera un tema para
una campaña de una compañía de telefonía celular, se metió al estudio
con el productor y guitarrista Guayo Cedeño y al día siguiente me mandó "La Llamadita", la presentamos pero era
demasiada canción para el ejecutivo de cuentas que al final era el
hermano de la tía y primo segundo del chofer sin dientes de Ana Belen:
que en lenguaje publicitario quiere decir "Que no puede decidir ni
siquiera que va a almorzar" años después la he encontrado después de
bucear por abisales fisuras en un disco duro.
Me contaba hoy el
poeta Rubén Izaguirre, a quién tomo muy en serio en cosas de sueños, que
en una dormida soñó que Guille le tocó la puerta de su antigua casa en
la cuesta de La Leona, venía con su guitarra al hombro, como el
legendario Hunty Gabbe, dispuesto a disparar acordes y lo pasó a la
sala, le pregunto como estaba mientras se levantaba a traerle una taza
de café a la cocina, escuchó que le dijo: ¡Bien... estoy dormido! y
cuando regresó con el café, ya no estaba.
Me llamó poderosamente
la atención la coincidencia de la canción y la llegada del poeta a quien
siempre he considerado un magistral poeta y un misterioso portavoz de
los sueños. Se las comparto como prueba de lo mucho que hace falta su alegría y color de patria.
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