domingo, 7 de agosto de 2016

Aquella gira al sur.




Desde que arrancó la van,insistió en manejar, Jesús Lesmes le dijo que no, que el carro tenía un pequeño detalle, pero Guille era necio, y siguió insistiendo que quería tomar el volante. Antes de bajar la Moramulca, Jesús le entregó el carro, mientras el español se movía al asiento posterior, Guillermo sacó de su mochila el celebérrimo puro y la gorrita de marinero, se sentó ceremoniosamente, encendió su puro, metió la gastada cinta de Juan Luis Guerra en la casetera y arrancó lentamente la pesada máquina. Todo iba bien, sonaba la Bilirrubina, hasta que exclamo con urgencia: -¡Jesús, este carro no tiene frenos!-.

De nuestro cielo fuiste el meteoro más brillante, busqué en una caja donde tengo tus fotos de aquellos años y me encontré esta. No me queda más que vivir con tu ausencia y la sorpresa de tu partida. De nada vale decir algo, en donde estás no llegan ni las palabras, ni los homenajes, ni las lágrimas.

Amargo es el fondo del corazón y pedregoso el olvido.






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