Por Rodolfo. P. Fasquelle
También en los 1940s, Carias (a quien admira JOH) persiguió y expropió los bienes de los judíos alemanes en Honduras. ¿Pero por qué sucede una cosa así, aquí y ahora? ¿Quiénes son y qué persiguen sus perpetradores? ¿Qué busca este circo de canallas? ¿Cómo que ya? ¿Por qué se habla entre líneas de otros bancos?
Pendientes
y aun lejanas las sentencias judiciales, no digamos el veredicto de la
historia, que tardará aún veinte años, hoy está claro que las
autoridades hondureñas y estadounidenses colaboraron íntimamente en el
sigilo y la logística de la puntillosamente planificada operación que
desembocó en las escandalosas acusaciones y la agresión a los Rosenthal.
El propio JOH confesó que la intervención de Banco Continental se venía
planificando desde hace tiempo, sin la judicatura. El origen del golpe
hay que buscarlo dice un dictum antiguo, en el beneficio y el
beneficiario. ¿Quién resulta beneficiarse del espectáculo?
Estados Unidos ha sostenido –a raíz de esta novel guerra contra el narco-- enfrentamientos discretos con bancos poderosos, que acarrearon a los acusados severo daño económico. Se multó, pero nunca nadie habló de intervenir, expropiar o liquidar al Bank of America cuando se comprobó que había recibido depósitos del crimen. El caso más conocido y divulgado ha sido el que involucró al Banco HSBC---fundamentalmente inglés, con sede y socios en Hong Kong---condenado por lavado de activos del narcotráfico. También ese banco tuvo que pagar multas y reparaciones cuantiosas. Pero nunca presentaron, los estadounidenses, ni nadie más, cargos criminales contra sus accionistas y funcionarios, como lo hacen aquí contra Rosenthal. Tampoco intervinieron al banco, que se ajustó a su pérdida, se retiró de mercados secundarios, como Honduras y sigue siendo uno de los más importantes bancos del mundo. Esta es, dice el propio Embajador, la primera vez que el gobierno de los EUA, valiéndose de esta Ley Kingpin, acusa a un Banco. ¿Por qué estrenarse aquí? Hay bancos en Honduras que han sido señalados por la Comisión Nacional de Banca y Seguro, por operaciones de lavado de dinero y un par más, acusados por lo mismo en el extranjero. Hace unos días varios gobiernos sudamericanos publicaron investigaciones sobre Banco FICOHSA por delitos semejantes de que hoy lo acusa Panamá, sin amagar más que con una multa. ¿La Subsecretaria quería otro? No contamos con la información. ¿Está EUA ensayando un procedimiento novel en un país con una clase gobernante sumamente debilitada y con un escaso sentido de soberanía y de identidad? ¿Para ver después cómo puede hacer lo mismo en países más grandes y fuertes; con instituciones más sólidas? Sin que parezca interesarles el sentido de la justicia ni la posible deriva del escándalo o daño consecuente.
Estados Unidos ha sostenido –a raíz de esta novel guerra contra el narco-- enfrentamientos discretos con bancos poderosos, que acarrearon a los acusados severo daño económico. Se multó, pero nunca nadie habló de intervenir, expropiar o liquidar al Bank of America cuando se comprobó que había recibido depósitos del crimen. El caso más conocido y divulgado ha sido el que involucró al Banco HSBC---fundamentalmente inglés, con sede y socios en Hong Kong---condenado por lavado de activos del narcotráfico. También ese banco tuvo que pagar multas y reparaciones cuantiosas. Pero nunca presentaron, los estadounidenses, ni nadie más, cargos criminales contra sus accionistas y funcionarios, como lo hacen aquí contra Rosenthal. Tampoco intervinieron al banco, que se ajustó a su pérdida, se retiró de mercados secundarios, como Honduras y sigue siendo uno de los más importantes bancos del mundo. Esta es, dice el propio Embajador, la primera vez que el gobierno de los EUA, valiéndose de esta Ley Kingpin, acusa a un Banco. ¿Por qué estrenarse aquí? Hay bancos en Honduras que han sido señalados por la Comisión Nacional de Banca y Seguro, por operaciones de lavado de dinero y un par más, acusados por lo mismo en el extranjero. Hace unos días varios gobiernos sudamericanos publicaron investigaciones sobre Banco FICOHSA por delitos semejantes de que hoy lo acusa Panamá, sin amagar más que con una multa. ¿La Subsecretaria quería otro? No contamos con la información. ¿Está EUA ensayando un procedimiento novel en un país con una clase gobernante sumamente debilitada y con un escaso sentido de soberanía y de identidad? ¿Para ver después cómo puede hacer lo mismo en países más grandes y fuertes; con instituciones más sólidas? Sin que parezca interesarles el sentido de la justicia ni la posible deriva del escándalo o daño consecuente.
Para propiciarlo, los EUA han dispuesto regalarle un banco a JOH, para lo que quiera y comprometen todo el apoyo que haga falta. El mismo día felicitan al gobierno de Juan Hernández por sus diz queimpresionantes logros macros, en todo caso derivados de una explotación fiscal despiadada. Y se comprometen a que, aunque vengan nuevas intervenciones (No hay banquero en Honduras que no tiemble), ellos, los estadounidenses nos acompañarán y presumiblemente aportarán recursos para sanear el sistema. El Embajador Nealon, que ha sido tan cauteloso para actuar o pronunciarse con respecto a los escándalos contra la corrupción del Partido Nacional en el poder y ha promovido la estratagema del gobierno para evadir una CICIH, ha saltado temerario a afirmar que la intervención del banco Continental es prueba de que en Honduras ya no prevalece la impunidad. Cuando estas mismas palabras son la más clara expresión de impunidad.
Aquí
la impunidad se va a terminar Nealon cuando los altísimos funcionarios
de gobierno con que Ud. fraterniza respondan a las múltiples,
contundentes acusaciones de corrupción que afectado las vidas y calidad
de vida de los ciudadanos y derechohabientes. ¿Cuente a título de qué
preside Ud. las reuniones de la Comisión de Banca y Seguros, Embajador?
Por asociación ¿es cómplice?
En
todo caso cuando los narcos depositaban dinero en Banco Continental
esperaban recibir dinero, lo que es legal. Pero cuando le daban
contribuciones políticas a sus panas entonces candidatos, compraban
influencia, afectando el bien público. Aunque después los traicionaran.
Aquí el gran perdedor es precisamente EUA, que ha venido a meterse con
el pulgarcito del mundo, y que para combatir a los narcos, abraza a sus
padrinos políticos, y persigue a una familia que, aunque no lo entiendan
en Pensilvania, se ganó a brazo partido una fortuna y un prestigio que
no desaparece.
Y
que rebotará. JOH está en una situación de ganar ganar. No sabe qué va a
repartir entre los nerviosos colegas de Rosenthal, para aplacarlos.
Aunque no puede dormir (¿quién pudiera en su lugar?) tampoco puede
esconder Hernández la sonrisa y anda feliz como una lombriz, mientras
reza beatitudes, regurgita líneas publicitarias y se contradice una y
otra vez. Le llega como anillo al dedo la irrupción de un escándalo
distinto que celebran sus amigos y otros despistados, que le quita el
reflector de la atención publica para concentrarlo en otra dirección y
le quita a uno o dos contrincantes del camino. La prensa que disimuló el
golpe, que luego encubrió el fraude, y ocultó después las evidencias de
que tanto Hernández como sus compañeros en la cúpula del P.N. intimaron
con los hoy deportados. Y ahora el villano es J.R.O. y J.O.H. el héroe.
El más cochino resulta ser el paladín de la pureza financiera, el
protegido del Tío Sam y el terrible Iván de lo que queda de una elite de
boyardos acobardado. La calle ronronea.
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