domingo, 2 de noviembre de 2014

El desatino del atrevimiento



Creo que añorar lo que Samy hizo o no, es lo más descarnado de aquella frase de Sabina: "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.", me parece que tanto los sesudos de Presencia Universitaria, como las grandes eminencias que llevan a dictar cátedra a esa mesa han tenido reacciones  rocambolescas y desmesuradas. Las verborrea de críticas no pasa de hablar de lo evidente sin quitarse la camisa y sumergirse en la profundidad del problema del cine nacional.

Sospechosamente, no miré tal virulencia con las dos películas de Juan Carlos Fanconi, El Xendra (2012) y Almas de la Media Noche (2002) o más conocida como Midnight Soul, para los que llevaron inglés III. Ambas patéticas, pero inusualmente rentables, ambas incongruentes y llenas de retazos de Hitchcock, Kubrick, Stephen King, Gabriel García Márquez y Corín Tellado, pero sorprendentemente taquilleras en el microcosmos de las salas de cine nacional.

En el año que Kafati rodó Mi Amigo Angel, Buñuel también presentaba los 92 minutos cotorros de
"El Angel Exterminador", película de la que el mismo maestro del surrealismo, lamentaba no haberla rodado en París, o en Londres, con gente más rubia y de buen actuar; y que no se salva de sobreactuaciones y errores garrafales.

La filmografía de Samy Kafati  es visionaria y titánica, pero afirmar que es un muro infranqueable que no puede ser superado, me parece una perogrullada mayúscula. Quizás como me dijera una vez, Isolda Arita "el problema es el empirismo", o quizás sea la "Democratización de la tecnología", o quizás sea el grave error de tomar a broma al terror y no tenerle miedo a la comedia.

Los grandes detractores de la películas nacionales, no han tomado en consideración que hay un gobierno invisible detrás de estas, un laberinto "esheriano" donde Gerentes de Mercadeo, dueños de medios, mecenas maliciosos, Rumpelstilskin y Mefistófeles, doblan los guiones, las ideas y todo lo que no se puede doblar a cambio de dar un patrocinio, de una valla generosa detrás de la portería o de una camiseta con el logo de la tienda en el pecho del héroe.

Es difícil esperar un cine nacional de altos vuelos sin haber tenido los antecedentes para ello, es tan imposible como esperar los goles de Maradona, en los pies de alguien que nunca ha jugado más que entre el pingajo y la cal del barrio, quizás habría que plantearse si las historias de sustos de Montenegro, son lo suficientemente solventes para soportar la metamorfosis de un guión, si mejor las dejamos en la radio donde se escuchan más bonitas o si ya son jurásicas respecto al género; si la "independencia creativa", aunque sea más angustiosa, sea el camino correcto para lograr el tan soñado cine de diseño, o si la preparación de los directores se fundamente más en desarrollar la capacidad de contar una idea que en la habilidad de manejar el Cinema 4D o los Trapcode.

Guillermo Anderson, a quién siempre he admirado y con quién pocas veces he estado de acuerdo, hace muchos años, tomándonos unas cervezas cerca del Barrio Inglés, me dijo, que todos son muy gallos para criticar, hablan de la canción de este; de la obra de teatro de aquél, del videoclip de aquella, pero cuando les preguntamos por su dossier, por sus libros, por sus canciones; lo que escuchas es el sonido de los grillos, el llanto de un niño o la ironía de la lechuza.

Por mi parte me siento optimista, aunque los Torquemada del cine nacional se orinen en la naciente y rupestre filmografía de patio como lo hiciera el primer crítico de las cavernas de "La Loca Historia del Mundo" de 1982 de Mel Brooks, y las eminencias, aseveren, que la producción nacional cabe en un párrafo, el cual, a estas alturas, ya tiene varios renglones, quizás no los más acertados ni los que quisiéramos, pero es "Cine con las Uñas", como bien escribiera nuestro Lobo Mayor, Eduardo Bahr, en el Daguerro (http://eduardobahr.blogspot.com/2006/06/cine-con-las-uas.html)

Hace tiempo, a un fiero crítico de cine, que invocaba un genocidio cultural maoista al estilo de los Khmers Rouger, le pregunté si había visto "Mi Amigo Angel" de Samy. Había estado hablando de esta "obra maestra" durante horas pero no pudo decirme cuál era el hilo conductor de la misma, mentía descaradamente, como todos los que dicen que leen a Murakami. Si Galeano dijo que "El cine latinoamericano es la prueba irrefutable de que Dios Existe", el cine Hondureño, contra todas las apuestas, es la prueba incuestionable de que hay vida en otros mundos.





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