martes, 6 de enero de 2015

La Lambada del fin de año.



Desde diciembre tenían lista la coreografía de la renuncia, han ensayado los pasos, pero antes de mandarla se aseguraron de ir a los medios y poner cara de Coronel sacrificando a su buey para que coman sus soldados.

Desde 30/30 con Edgardo Melgar hasta los noticieros de TN5, los funcionarios de la "Tiranía Esclarecida" desfilaron azotándose con el cilicio de las culpas y poniendo a disposición sus cargos por si el aprendiz de Calígula no está satisfecho con su desempeño.

Para los que no tienen el dinero para pagar encuestas donde son opinados y votados por muestras fantasmas que los colocan como los mejores diputados, los mejores clientes de motel o los mejores bailadores de punta con tenis, el acto de la renuncia es la última vírgula que tienen para salvarse de la furia de Calígula y de su caballo mandón.

Lástima que la misma no es tomada en serio, como divinamente lo hacía el verdadero Calígula, cuando mandó a matar a todos los que ofrecieron su vida a cambio de recuperar la salud perdida. Al leer ese famoso pasaje de Camus y los escritos de Flavio Josefo, no me queda más que pensar que no había ninguna demencia, al contrario, fueron los actos más razonables y sinceros que puede tener un hombre o mujer con poderes sobre la vida y la muerte con aduladores y corruptos.

Es indudable que el 2015 será un año entretenido, ha comenzado con buen circo, una guaperrima presentadora se perdió camino de la pulpería, la pécora del alcalde sampedrano les recordó a los pobladores de la ciudad industrial porque no es bueno adoptar zopilotes ni tacuazines como mascotas en la casa; el alcalde que soñó ser Presidente llora a moco verde porque no lo invitan ni a su entierro político; los cadáveres de los que siguen esperando a que pase el Trans 450 se siguen secando al sol y las ratas peinadas y despeinadas de la alcantarilla política nacional, rebajan a mordidas los artículos pétreos para que el aprendiz de Calígula pueda perpetuarse en el poder por 50 años.

Camino a mi trabajo, estaba San Evelio con una bandera, rodeado de cámaras y micrófonos que canalizan sus sandeces, al igual que el ayatollah, estaba predicando su evangelio loco y fanático, lo que me hizo pensar que la intolerancia y majadería del hincha religioso es como un diccionario, jamás hay una versión definitiva.


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