sábado, 29 de marzo de 2014
Delmer Membreño, en el oficio del cíclope.
En el Aeropuerto de la Guardia, en New York, el oficial de migración sacó de mi equipaje un libro con fotos de Delmer Membreño, lo hojeó en silencio mientras yo esperaba que me regresaran a Honduras y me convirtiera en el primer hondureño que fue hasta la gran manzana a desayunar y luego lo convidaron a volver a su país .
El oficial miró las fotos y me lo devolvió diciendo "great pictures ... where they sell it?". Recuerdo que al igual que el poeta Fabricio Estrada y muchos cronistas de la imagen, Delmer capturaba los dolorosos días que siguieron al 28 de junio, de molotera en molotera y de escaramuza en escaramuza, los brillos de su cámara captaban lo que desesperadamente querían tapar.
Testigo y víctima de una época terrible de la historia nacional, este fotoperiodista ha capturado sus colores y protagonistas. Desde los barrios miserables de Tegucigalpa, hasta los verdes y sangrientos campos del Bajo Aguan, sus ojos han estado al pie de las imágenes.
Esta tarde hablamos largo y expuesto de objetivos, de reveladores, de exposímetros, de truhanes y de apóstoles de este oficio que ya no puede definirse ni tiene fronteras definibles. Lo puse bajo las luces de los interrogatorios y capturé algo de su esencia gráfica.
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