Paisajes planetarios que no están en Marte, sino en las playas de nuestro país, troncos huérfanos ya de tierra y aire, ahogados de agua y en eterna transformación y muerte. Enero me saluda con vida, después de la terrible operación para eliminarme un tumor que me destruyó la mandíbula, los dolores ya se han ido y parecen tan lejanos aquellos pasillos del 5 piso del Hospital Escuela, la muerte y su oficio rondando, Orlando el motociclista caído en desgracia y aquél pastor malcriado con el culo pelado a bisturí que me odió hasta la médula cuando lo saqué de la sala por predicar a Dios con malcriadez e irresponsabilidad.
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