Edgar le apostó al teatro, ha sido una apuesta como esas que se hacen con un revolver en la cabeza, le apostó a hacer teatro en un país muerto; muerto de hambre, muerto de sed, muerto de salud y muerto de seguridad. Desde que lo conozco, frente a los demás integrantes de Bambú, han hecho del teatro, el asidero de la tormenta, la pata de conejo en el medio de la carnicería, el numerito de los sueños para soñar despierto.
Teatro heróico, teatro para la gente en un teatro que se viene a pedazos de tanta Teletón; teatro soñado y escrito para navegar en aguas lodosas y de poco calado.
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