sábado, 17 de mayo de 2014
Oscar…deberían haber campos de exterminio para los Ejecutivos de Cuentas.
Mandé n+1 correos a la presidenta de McCann Erickson, expresándole la necesidad de tener una cámara, sino profesional, algo parecido. Un día me dijo -voy para Tegus y un tal ejecutivo de cuentas me va a acompañar-. Se metió el agua, pensé, y se metió fuerte, la señora apareció con una porquería de Jetstereo que le había sugerido el odioso engendro del averno llamado Ejecutivo de Cuentas.
Con esa porquería le tuve que tomar esta foto a Oscar Rossignoli, cuando grababan su disco en una de las salas del Museo del Hombre, que el mecenas de Manuel Posse, asesinado vilmente hace algunos años, les había facilitado.
Nunca olvidaré cuando su padre, de quién me distancié y a quién le guardo cariño y admiración, me llevó a escuchar a Oscar a su casa. Frente a un piano rosado, como comandando una extraña lancha salida de la mente de Duchamp, estaba un niño tocando piezas que sólo a virtuosos se las he escuchado. Tampoco olvido el vía crucis de su padre, tocando la puerta de políticos mañosos para lograr una parte de la beca que Berklee le otorgaba a su talentoso hijo.
Finalmente se fue, no se cómo, ni por cual milagro o santo; seguro no fue Juan Pablo II. A través del internet, porque ya no volvimos a tener comunicación, lo miré tocando con músicos asombrosos, sonando en orquestas y ganando festivales de piano, hasta que hoy, lo he visto con su toga de graduado, en una tierra lejana.
Me he sentido orgulloso porque he tenido el honor de conocerlo, seguro el mundo le tiene preparada su silla al lado de Gonzalo Rubalcaba, o su duelo con Bobby McFerrin en alguna sala en el Radio City Music Hall. Seguro que las alturas serán grandes y los pájaros hermosos que se verán allí, se podrán igualar a los ángeles del cielo.
Verlo con ese título en LSU me recuerda que Honduras está llena de hombres y mujeres buenos, que no es cierto que es un averno de fantasmas violentos, ni una plaza desolada como los cuadros de Giorgio Chirico, que necesitamos urgentemente perder el temor a la "fuga de cerebros" y fomentar la "circulación de las mentes brillantes" como afirmaba Nehru en la India.
Quizás algún día, nuestra clase política se de cuenta que es más beneficioso y rentable invertir en la mente que dilapidar los recursos naturales de una nación ya empobrecida por ancestrales saqueadores, quizás en alguna lucidez a lo Saramago, se cancelen carísimas delegaciones inútiles de beatos impotentes y viejas frígidas con velos negros a plantar vírgenes o celebrar devaluadas canonizaciones decimonónicas al Vaticano y se destine esos recursos multimillonarios para afilar las mentes que nos sacarán de la miseria en que nos encontramos.
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