Como dice Arturo Sosa, no podés considerarte fotógrafo mientras no hayas estado agazapado, con las piernas tensas, sudando gotas gordas, respirando quedito, esperando confundirte con las demás cosas emplumadas a tu alrededor, para que haga un debut súbito e instantáneo, la señora gallina. Si estabas enfocado, si no cuadraste bien, si no mediste la luz, no habrá maíz dulce ni pedazo de semita pelona que alcance para obligarla a salir.
Creo que pasé el examen raspando, con mucha suerte y benevolencia de la amiga emplumada que a estas horas y días, seguramente ya fue parte del menú de algún restaurante de comida rápida.
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