Cuando estaba muy joven, siempre me detenía en la vitrina de Foto Angel, y me quedaba admirado de aquellas fotos prístinas, rostros suaves como la piel de un bebé, ojos vivos, instantes capturados, cuchillas de la espera para cuando el dolor diga presente en un futuro lejano.
Mientras Scarlet Romero le hacía caras a Diego, no me aguante de retratar este instante "Foto Angel", una captura que trajo a mi memoria la admiración que sentía por ese viejo oficio que día a día se muere con la Tegucigalpa que todos conocimos y que da paso a otra ciudad llena de espejismos y demonios que será de nuestros hijos y que nosotros jamás podremos conocer.
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