martes, 31 de diciembre de 2013

Osito al pie de una canción




Siempre que salía al garaje a tocar guitarra Osito era mi principal escucha, se quedaba dormido apaciblemente mientras yo tocaba o estudiaba las piezas que el Maestro +Rafael Umanzor me dejaba de trabajo en las clases.

Mi madre siempre lo quiso con un amor diferente a los otros perros que tuvimos, era callado e introspectivo, muy bravo si le tocabas su comida pero silenciosamente cariñoso, durante muchos años me acompañó a la pulpería o escuchaba mis canciones, muchas veces me miró llorar de rabia e impotencia ante la violencia que mi padre mantenía en la casa y muchas otras me siguió como una sombra en los momentos más oscuros de mi juventud.

Cuando murió lo enterramos con mi hermano en un especie de desfiladero que había en el río, por donde bajaban las tortilleras que venían de Santa Rosa, recuerdo que cuando salíamos de la entrada del mismo, era de noche, miré hacia la boca de piedra caliza que era la entrada de la tumba y me despedí de él  con una palabras suaves: Hasta luego Osito.

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