miércoles, 13 de noviembre de 2013

Las Pelusas en Flor de la Democracia al estilo hondureño


Era la primera mitad de los ochentas, la era de Trompetilla el Magnífico y desde  el 4A miraba los preparativos de las elecciones universitarias.

Temprano por la mañana antes de iniciar la votación las úrnas ya estaban colocadas sobre los pupitres  
y estudiantes parecidos a gansters y simios rompehuelgas custodiaban la democracia estudiantil con sendas ideas y convicciones en forma de palos y tubos.

Una muchachada del FRU y de la FUR comenzaron a forcejear para quitarle a los demócratas las cajas que servirían para depositar los votos. Varios de ellos lograron arrebatarlas y entre tirios  y troyanos las despedazaron como piñatas, pero en lugar de confites salieron miles de votos  ya marcados con una X para el FUUD.

Los ánimos se encendieron y la pólvora de la indignación agarro fuego. A golpes y amagos salieron al parqueo,  los dos bandos se ladraban y se mostraban los dientes, palos y banderas picaban el cielo amenazando las frentes y los dientes. Súbitamente, aparecieron AK-47, 9 mm y escopetas, hombres con caras desveladas y barbonas, estudiantes imposibles, agentes de la DIC y del 316.

Luego vino el aquelarre, disparos al aire, gritos, amenazas, golpes, mientras por el aire giraban y giraban las papeletas de la democracia a la hondureña.


martes, 12 de noviembre de 2013



Las puertas abiertas de la noche

Para mi familia los fantasmas y las premoniciones no son extrañas, mi Madre siempre mantiene la puerta del baño abierta porque no le gusta que la visiten gente que deambula sin encontrar la salida. Son famosas las visitas de mi abuela, cuando se sienta al borde de la cama y te despertás con la sensación de que alguien te ha tocado el cabello.

Cuando muy pequeño, cuando vivíamos en Comayaguela jamás olvidaré cuando el Sagrado Corazón de Jesús movió los ojos hacia mi. Siempre me han acusado de que esa historia es una mentira y mi madre la escucha en silencio, bien sabe que ellos son tan reales y entrometidos como los vivos, en especial si han dejado cosas pendientes que sólo sabe Dios y el Diablo.






Oda en Un Lamento

Esta canción, es tan vieja como yo, me ha acompañado durante más de 35 años, al primero a quién le canté esta canción fue al Poeta Rubén Izaguirre, estábamos frente al mar de Tela, náufragos los dos, sin caminos por delante y senderos por  la espalda.

Ninguno de los dos sabía que le deparaba el futuro, esa noche, nos quedamos a dormir  en una habitación donde habían más armas que razones y premonitoriamente la grabé antes de del tumor que me atacó mi mandíbula porque en el fondo de mi alma sabía que jamás iba a volver a cantar.
El silencio Mortal de la Venganza

Si hay cosa que no voy a olvidar son los 22 días en el Hilton Hospital Escuela, fueron días donde los minutos se atropellaban unos con otros, llenos de dolor y de pensamientos que iban y cuando regresaban golpeaban la frente y las cosas que se daban por sentadas.

En mi silencio y dolor, podía darme el lujo de mirar por primera vez en años. Podía sintetizar muchas cosas y las preguntas sin respuestas, eran cosas resueltas y sin complicación.

Nunca conocí el nombre de este muchacho, era más silencioso que yo que me habían partido por la mitad la mandíbula y me habían levantado la mitad de la cara.

Compartíamos jugos, desayunos, almuerzos y cenas que no me comía, nadie lo iba a visitar y por la noche el dolor llegaba a besarlo y abrazarlo con el calor y pasión de una amante.

Seguro salió a matar o que lo mataran, tanto silencio era insoportable y tanta quietud sólo podía predecir la más negra de las tempestades.


Breves lecciones de carácter


A los creativos les gusta pensar que el tiempo no pasa, eso es parte de su paradoja mental, piensan que estarán allí por siglos y que la empresa le agradecerá el tiempo que le quitaron a sus hijos y esposas con una alegre banda marcial.

De allí que todos se comportan como dioses destronados, son dueños de la verdad aunque esta no soporte ni siquiera una mirada para terminar hecha pedazos.

Fuí testigo de esta historia en McCann Erickson, aunque no estuve en el preciso lugar, si llegó hasta mis oídos esta lección de entereza que un humilde diseñador dio esa tarde impensable.